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domingo, 3 de marzo de 2013

Recompensa #2

Un par de años pasaron y una serie de cambios comenzaban a surgir, por una parte me cambiaría de casa ademas de una intervención quirúrgica que me dejaría en total reposo dos semanas y sin hacer mucho esfuerzo como por otras dos más. Eso para un niño de once años se traduce en un mes de aburrimiento total adiós a mi bici, las canchas y salir a las maquinas.

Al principio estaba temeroso aunque el procedimiento no tenia riesgo según los médicos y estaba familiarizado con el ambiente del hospital ya que el trabajo de mis padres me tenia muy cerca.
Hasta que el día llego, e de decir aquel miedo que sentí al ir al quirófano fue algo peliculero estaba temblando y riendome hay veces que en las situaciones de tensión, adrenalina o miedo siento ganas de reír como diciendo "sii tal vez muera y todo se acabara acá", suelo ser muy exagerado.
Tengo un vago recuerdo cuando me pusieron una inyección en la columna luego en las muñecas, sentí como corría ese liquido frió por mis venas después la clásica mascara de oxigeno y fuera luces.

Las cosas pasaron y el dolor después de la anestesia me visitaba poco a poco fue algo insoportable, movía la cabeza cerraba los ojos, quería que me pusieran  algo para sentirme mejor pero nadie me hacia caso, hasta que unos días después camine hacia el baño ya que nadie venia, las piernas me temblaban y todo se movía. Había más niños que me hacían compañía y al verlos supe que lo mio no era nada, ya que aquellos sufrían de quemaduras de tercer grado, algunos ni siquiera podían moverse, uno de ellos estaba a mi lado izquierdo y platicaba conmigo, también salia a caminar por los pasillos y los amigos de mis papás me iban a visitar.

Antes de partir del hospital tuve una platica con el doctor, entre broma y broma comentó acerca de que no podría hacer movimientos bruscos que lo mejor seria encontrar algo que hacer sin mucho esfuerzo, por supuesto que no hablaba de leer un libro o hacer divisiones, (al menos eso era lo que menos quería hacer) ahí fue cuando reaccione y sabia que tenia que aprovechar esta oportunidad, el pretexto perfecto, no tendría que haber oposición.

Después llegaron mis padres y comencé con una especie de discurso, empenzando por el "voy a estar un mes si hacer nada, aburrido y sin amigos que ver ni alguien con que jugar, hace muchos años que les e pedido una consola pero ustedes no quieren, voy a estar mucho tiempo así y saben como me aburro".
Creo que la situación fue algo que tocó sus corazoncillos lo meditaron un rato, se vieron con cara de "sabemos que lo perderemos si lo hacemos" hasta que padre suspiró y accedieron con un "esta bien" y una serie de condiciones a seguir, me prometieron que lo tendría, se que eso no reemplazaría a mis viejos amigos o mi escuela, pero un lado mio ardía y se emocionaba con la idea de tener de nuevo un control en mis sucias manos.

Al llegar a la nueva casa y después de acomodarnos, partimos al pueblo de la abuela, mi ansia era tanta que rogué por ir por la consola, con mi cara de perro mojado no pudieron decir que no, ese día nos fuimos en la mañana estaba en pijama pero no me importo y fuimos al local, la vi ahí en esa caja negra, la consola blanca, elegante, bonita...

Quisiera ver mi cara en ese momento, mi madre apurada me dijo que la escogiera, elegí una memory card, y un juego.Tomamos las cosas y partimos con la abuela yo no soltaba la caja y veía los dibujos detrás de ella todo el camino, estuvimos con la abuela un par de días que fueron una tortura ya que su tele no tenia entradas RCA, pase las tardes viendo la caja y leyendo los manuales, mirando la caja de Spiderman viendo el disco una y otra vez.

El día llego y partimos de vuelta, es de las veces en donde más desesperado, al llegar me sentía feliz y a gusto como si estuviera en la playa escuchando las olas golpear las rocas o algo así pero no todo era miel sobre hojuelas, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, fue ahí donde la obsesión me dio una palmada en el lomo y se sentó a mi lado.

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